Dios de infinita misericordia y bondad,
con corazón agradecido te invocamos hoy en esta
tierra que en otros tiempos
recorrió San Pablo.
Proclamó a las naciones la verdad de que en
Cristo Dios reconcilió al mundo consigo. Que tu
voz resuene en el corazón
de todos los hombres y mujeres,
cuando los llames a seguir
el camino de reconciliación y paz,
y a ser misericordiosos como tú.
Señor, tú diriges palabras de paz
a tu pueblo y a todos
los que se convierten a ti de corazón.
Te pedimos por los pueblos de
Oriente Próximo.
Ayúdales a derribar las barreras
de la hostilidad y de la división
y a construir juntos un mundo
de justicia y solidaridad.
Señor, tú creas cielos nuevos
y una tierra nueva.
Te encomendamos a los jóvenes
de estas tierras.
En su corazón aspiran
a un futuro más luminoso;
fortalece sus decisión de ser hombres
y mujeres de paz y heraldos
de una nueva esperanza para sus pueblos.
Padre, tú haces germinar
la justicia en la tierra.
Te pedimos por las autoridades civiles
de esta región,
para que se esfuercen por satisfacer
las justas aspiraciones de sus pueblos
y eduquen a los jóvenes
en la justicia y en la paz.
Impúlsalos a trabajar generosamente
por el bien común y a respetar
la dignidad inalienable de toda persona
y los derechos fundamentales que derivan de la
imagen y semejanza del Creador
impresa en todo ser humano.
Te pedimos de modo especial
por la autoridades de
esta noble tierra de Siria.
Concédeles sabiduría, clarividencia
y perseverancia;
no permitas que se desanimen
en su ardua tarea de construir
la paz duradera,
que anhelan todos los pueblos.
Padre celestial, en este lugar
donde se produjo la conversión
del apóstol San Pablo,
te pedimos por todos los que creen
en el evangelio de Jesucristo.
Guía sus pasos en la verdad y en el amor.
Haz que sean uno, como tú eres uno
con el Hijo y el Espíritu Santo.
Que testimonien la paz que supera todo
conocimiento y la luz que triunfa
sobre las tinieblas de la hostilidad,
del pecado y de la muerte.
Señor del cielo y de la tierra,
Creador de la única familia humana,
te pedimos por los seguidores
de todas las religiones.
Que busquen tu voluntad en la oración
y en la pureza del corazón,
y te adoren y glorifiquen tu santo nombre.
Ayúdales a encontrar en ti la fuerza
para superar el miedo y la desconfianza, para que
crezca la amistad
y vivan juntos en armonía.
Padre misericordioso,
que todos los creyentes encuentren
la valentía de perdonarse unos a otros,
a fin de que se curen las heridas del pasado y no
sean un pretexto
para nuevos sufrimientos en el presente.
Concédenos que esto se realice
obre todo en Tierra Santa,
esta tierra que bendijiste
con tantos signos de tu Providencia
y donde te revelaste como Dios de amor.
A la Madre de Jesús,
la bienaventurada siempre Virgen María,
le encomendamos a los hombres
y a las mujeres que viven en la tierra
donde vivió Jesús.
Que, al seguir su ejemplo,
escuchen la palabra de Dios
y tengan respeto y compasión
por lo demás, especialmente
por los que son diversos de ellos.
Que, con un solo corazón y una sola mente,
trabajen para que todo el mundo sea
una verdadera casa para todos sus pueblos.
¡ Paz! ¡Paz! ¡Paz!
Amén.
Primeros Votos de Sor Neide, junto a Sor María Isabel Visitadora Provincial y al Padre Daniel Director Provincial.
Ante una multitud de jóvenes llegados a Panamá desde los cinco continentes, el Papa Francisco preside la Santa Misa de clausura de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) 2019 en el Campo San Juan Pablo II - Metro Park.
A continuación, el texto completo de la homilía pronunciada por el Santo Padre:
«Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en Él. Entonces comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír» (Lc 4,20-21).
Así el Evangelio nos presenta el comienzo de la misión pública de Jesús. Lo hace en la sinagoga que lo vio crecer, rodeado de conocidos y vecinos y hasta quizá de alguna de sus “catequistas” de la infancia que le enseñó la ley. Momento importante en la vida del Maestro por el cual, el niño que se formó y creció en el seno de esta comunidad, se ponía de pie y tomaba la palabra para anunciar y poner en acto el sueño de Dios. Una palabra proclamada hasta entonces solo como promesa de futuro, pero que en boca de Jesús solo podía decirse en presente, haciéndose realidad: «Hoy se ha cumplido».
Jesús revela el ahora de Dios que sale a nuestro encuentro para convocarnos también a tomar parte en su ahora de «llevar la Buena Noticia a los pobres, la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia en el Señor» (cf. Lc 4,18-19). Es el ahora de Dios que con Jesús se hace presente, se hace rostro, carne, amor de misericordia que no espera situaciones ideales, situaciones perfectas para su manifestación, ni acepta excusas para su realización. Él es el tiempo de Dios que hace justa y oportuna cada situación, cada espacio. En Jesús se inicia y se hace vida el futuro prometido.
¿Cuándo? Ahora. Pero no todos los que allí lo escucharon se sintieron invitados o convocados. No todos los vecinos de Nazaret estaban preparados para creer en alguien que conocían y habían visto crecer y que los invitaba a poner en acto un sueño tan esperado. Es más, «decían: “¿pero este no es este el hijo de José?”» (Lc 4,22).
También a nosotros nos puede pasar lo mismo. No siempre creemos que Dios pueda ser tan concreto, tan cotidiano, tan cercano y tan real, y menos aún que se haga tan presente y actúe a través de alguien conocido como puede ser un vecino, un amigo, un familiar. No siempre creemos que el Señor nos pueda invitar a trabajar y a embarrarnos las manos junto a Él en su Reino de forma tan simple pero contundente. Cuesta aceptar que «el amor divino se haga concreto y casi experimentable en la historia con todas sus vicisitudes dolorosas y gloriosas» (BENEDICTO XVI, Audiencia general, 28 septiembre 2005).
Y no son pocas las veces que actuamos como los vecinos de Nazaret, que preferimos un Dios a la distancia: lindo, bueno, generoso, bien dibujadito, pero distante, y sobre todo un Dios que no incomode, un Dios domesticado. Porque un Dios cercano y cotidiano, amigo y hermano nos pide aprender de cercanías, de cotidianeidad y sobre todo de fraternidad. Él no quiso tener una manifestación angelical o espectacular, sino que quiso regalarnos un rostro hermano y amigo, concreto, familiar. Dios es real porque el amor es real, Dios es concreto porque el amor es concreto. Y es precisamente esta «concreción del amor lo que constituye uno de los elementos esenciales de la vida de los cristianos» (cf. BENEDICTO XVI, Homilía, 1 marzo 2006).
Nosotros también podemos correr los mismos riesgos que los vecinos de Nazaret, cuando en nuestras comunidades el Evangelio se quiere hacer vida concreta y comenzamos a decir: “Pero estos chicos, no son hijos de María, José, y no son hermanos de, son parientes de... Estos no son los jovencitos que nosotros ayudamos a crecer… Que se callen la boca, ¿cómo les vamos a creer?. Ese de allá, ¿no era el que rompía siempre los vidrios con su pelota”. Y lo que nació para ser profecía y anuncio del Reino de Dios termina domesticado y empobrecido. Querer domesticar la Palabra de Dios es tentación de todos los días.
E incluso a ustedes, queridos jóvenes, les puede pasar lo mismo cada vez que piensan que su misión, su vocación, que hasta su vida es una promesa pero solo para el futuro y nada tiene que ver con el presente. Como si ser joven fuera sinónimo de sala de espera de quien aguarda el turno de su hora. Y en el “mientras tanto” de esa hora, les inventamos o se inventan un futuro higiénicamente bien empaquetado y sin consecuencias, bien armado y garantizado con todo “bien asegurado”. No queremos ofrecerles a ustedes un futuro de laboratorio.
Es la “ficción” de alegría. No es la alegría del hoy, del concreto, del amor. Así con esta ficción de la alegría los “tranquilizamos” y adormecemos para que no hagan ruido, para que no molesten mucho, para que no se pregunten ni pregunten, para que no se cuestionen ni nos cuestionen; y en ese “mientras tanto” sus sueños pierden vuelo, se vuelven rastreros, comienzan a dormirse, son “ensoñamientos” rastreros, pequeños y tristes (cf. Homilía del Domingo de Ramos, 25 marzo 2018), tan solo porque consideramos o consideran que todavía no es su ahora; que son demasiado jóvenes para involucrarse en soñar y trabajar el mañana. Y así los seguimos procrastinando. Y saben una cosa, que a muchos jóvenes esto les gusta. Por favor, ayudémosle a que no les guste, a que se rebelen, a que quieran vivir el ahora de Dios.
Uno de los frutos del pasado Sínodo fue la riqueza de poder encontrarnos y, sobre todo, escucharnos.
La riqueza de la escucha entre generaciones, la riqueza del intercambio y el valor de reconocer que nos necesitamos, que tenemos que esforzarnos en propiciar canales y espacios en los que involucrarse en soñar y trabajar el mañana ya desde hoy. Pero no aisladamente, sino juntos, creando un espacio común. Un espacio que no se regala ni lo ganamos en la lotería, sino un espacio por el que también ustedes deben pelear. Ustedes jóvenes deben pelear por su espacio hoy, porque la vida es hoy, nadie te puede prometer un día del mañana. tu jugarte es hoy, tu espacio es hoy, ¿como estas respondiendo a esto?
Porque ustedes, queridos jóvenes, no son el futuro. Nos gusta decir que son el futuro, no. Son el presente, ustedes jóvenes son el ahora de Dios. Él los convoca y los llama en sus comunidades, los llama en sus ciudades para ir en búsqueda de sus abuelos, de sus mayores; a ponerse de pie y junto a ellos tomar la palabra y poner en acto el sueño con el que el Señor los soñó.
No mañana, ahora, porque allí, ahora, donde esté su tesoro allí estará también su corazón (cf. Mt 6,21); y aquello que los enamore conquistará no solo vuestra imaginación, sino que lo afectará todo. Será lo que los haga levantarse por la mañana y los impulse en las horas de cansancio, lo que les rompa el corazón y lo que les haga llenarse de asombro, de alegría y de gratitud. Sientan que tienen una misión y enamórense, que eso lo decidirá todo (cf. PEDRO ARRUPE, S.J., Nada es más práctico). Podremos tener todo, pero queridos jóvenes, si falta la pasión del amor, faltará todo. La pasión del amor hoy y dejemos que el Señor nos enamore y nos lleve hasta el mañana.
Para Jesús no hay un “mientras tanto” sino amor de misericordia que quiere anidar y conquistar el corazón. Él quiere ser nuestro tesoro, porque Jesús no es un “mientras tanto” en la vida o una moda pasajera, es amor de entrega que invita a entregarse.
Es amor concreto, de hoy, cercano, real; es alegría festiva que nace al optar y participar en la pesca milagrosa de la esperanza y la caridad, la solidaridad y la fraternidad frente a tanta mirada paralizada y paralizante por los miedos y la exclusión, la especulación y la manipulación. Hermanos: El Señor y su misión no son un “mientras tanto” en nuestra vida, un algo pasajero, no son solo una Jornada Mundial de la Juventud son nuestra vida de hoy y caminando.
Todos estos días de forma especial ha susurrado como música de fondo el “hágase” de María. Ella no solo creyó en Dios y en sus promesas como algo posible, le creyó a Dios y se animó a decir “sí” para participar en este ahora del Señor. Sintió que tenía una misión, se enamoró y eso lo decidió todo. Ustedes sientan que tienen una misión, se dejen enamorar y el Señor decidirá todo.
Como sucedió en la sinagoga de Nazaret, el Señor, en medio nuestro, sus amigos y conocidos, vuelve a ponerse de pie, a tomar el libro y decirnos: «Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír» (Lc 4,21).
Queridos jóvenes ¿Quieren vivir la concreción de su amor? Que vuestro “sí” siga siendo la puerta de ingreso para que el Espíritu Santo nos regale un nuevo Pentecostés a la Iglesia y al mundo. Que así sea.
***
Saludo del Santo Padre al final de la Misa
Al final de esta celebración, doy gracias a Dios por habernos dado la posibilidad de compartir estos días y vivir nuevamente esta Jornada Mundial de la Juventud.
De modo particular quiero agradecer la presencia en esta celebración del señor Presidente de Panamá, Juan Carlos Varela Rodríguez, como también la de Presidentes de otras naciones y la de las demás autoridades políticas y civiles.
Agradezco a Mons. José Domingo Ulloa Mendieta, Arzobispo de Panamá, su disponibilidad y su buen hacer al acoger en su Diócesis esta Jornada, así como a los demás obispos de este país y de los países vecinos, por todo lo que han realizado en sus comunidades para dar cobijo y ayuda a tantos jóvenes.
Gracias a todas aquellas personas que nos han sostenido con su oración, y que han colaborado con su esfuerzo y trabajo para hacer realidad este sueño de la Jornada Mundial de la Juventud en este país.
Y a ustedes, queridos jóvenes, un grande «gracias». Su fe y su alegría han hecho vibrar a Panamá, a América y al mundo entero. Como tantas veces escuchamos durante estos días en el Himno de esta JMJ: “Somos peregrinos que venimos hoy aquí desde continentes y ciudades”.
Estamos en camino, sigan caminando, sigan viviendo la fe y compartan la fe. No se olviden que no son el mañana, no son el “mientras tanto” sino el ahora de Dios.
Ya se ha anunciado la sede de la próxima Jornada Mundial de la Juventud. Les pido que no dejen enfriar lo que han vivido durante estos días. Vuelvan a su parroquias y comunidades, a sus familias y a sus amigos, y transmitan lo que han vivido, para que otros puedan vibrar con esa fuerza e ilusión que ustedes tienen.
Con María sigan diciendo “sí” al sueño que Dios sembró en ustedes.
Y, por favor, no se olviden de rezar por mí. Gracias.
Misa de la Fiesta de San Vicente de Paúl
Lecturas: Isaías 52:7-10; 1 Corintios 1:26-31; 2:1-2; Mateo 5:1-12
Mis queridos jóvenes Vicencianos. Estoy encantado de estar con ustedes aquí hoy. Se han reunido de todo el mundo para celebrar nuestra herencia Vicenciana antes de los encuentros de la Jornada Mundial de la Juventud. Confío que este encuentro sea una maravillosa experiencia para ustedes, afianzándoles en el carisma y espiritualidad de San Vicente de Paúl. Que ambas cosas caractericen sus vidas ahora y siempre.
El tema para hoy es, “La alegría del Evangelio en el Vicenciano.” Reconocerán que la primera parte de esta frase viene de la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium, del Santo Padre, Papa Francisco. Los organizadores de este acontecimiento quieren destacar, desde el comienzo, la alegría del Evangelio que llena el corazón y la vida de los que se encuentran con Jesús, Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría en nuestras vidas.
Las lecturas que acabamos de escuchar encajan muy bien con el tema de hoy. Isaías da mucha importancia a la belleza y a la alegría que son parte del compartir las buenas noticias con otros. Pablo nos recuerda que estamos en Cristo Jesús porque Dios nos ha elegido. El mismo Cristo nos enseña que somos bienaventurados cuando vivimos vidas que son pobres en espíritu, amables, misericordiosos, deseosos de lo que es justo y recto, y aceptamos insultos y persecuciones por Él.
Como Vicencianos, quiero animarles a ser testigos de la alegría del Evangelio. Nuestro encuentro con Jesús y la libertad que llena nuestros corazones viene de nuestro servicio a los pobres. Queremos compartir esta alegría con el mundo, para extenderla a otros. Para eso, no sólo tenemos que encontrar primero a Jesús, sino también estar con Él, caminar con Él, hacer de Él el verdadero centro de nuestras vidas, y nunca abandonarle.
Para nosotros, Vicenvianos, la alegría del Evangelio viene de una convicción que, como decía Vicente de Paúl, continuamos la misión de Cristo en La tierra. Estamos llamados a anunciar a través de nuestras palabras y nuestras obras que estamos al servicio de los pobres o, en otras palabras, al servicio del mismo Jesucristo. Esto es evidente desde las propias palabras de Jesús en el capítulo 25 del evangelio según san Mateo, “Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos o hermanas míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (25:40)
Isaías nos dice:
Qué hermosos son sobre los montes
Los pies del mensajero que anuncia la paz,
Que trae buenas noticias, que anuncia la salvación,
Que dice a Sión, “Ya reina tu Dios”
¡Una voz! Tus vigías alzan la voz,
A una dan gritos de júbilo… (52: 7-8ª)
Sí, llevar la Buena Noticia a otros a través de nuestro servicio es un motivo para gritar con júbilo
Actuando así, estamos respondiendo a la invitación de Jesús para seguirle, para ayudarle, para ser sus colaboradores en la misión que todavía perdura. Nuestra respuesta debe ser un fuerte “Sí”, porque Jesús también nos ayuda. Él no nos abandona. Él nos da todo lo que necesitamos en la vida. Él abre para nosotros las puertas del Cielo, para la vida eterna. Nosotros le respondemos comprometiéndonos con las obras, el ejemplo, y las palabras, para testimoniar la alegría que viene de seguir en el camino de Jesús.
El Santo Padre dirigió expresamente a vosotros su mensaje del Domingo Mundial de Misiones el año pasado. Su tema fue, “Junto a los jóvenes, llevemos el Evangelio a todos.” Él dijo:
También vosotros, jóvenes, por el Bautismo sois miembros vivos de la Iglesia, y juntos tenemos la misión de llevar a todos el Evangelio. Vosotros estáis abriéndoos a la vida. Crecer en la gracia de la fe, que se nos transmite en los sacramentos de la Iglesia, nos sumerge en una corriente de multitud de generaciones de testigos, donde la sabiduría del que tiene experiencia se convierte en testimonio y aliento para quien se abre al futuro.
Esta transmisión de la fe, corazón de la misión de la Iglesia, se realiza por el “contagio” del amor, en el que la alegría y el entusiasmo expresan el descubrimiento del sentido y la plenitud de la vida. La propagación de la fe por atracción exige corazones abiertos, dilatados por el amor
El Papa Francisco también nos recordaba que ser misioneros ayuda no sólo a la otra persona, sino también nos ayuda a profundizar nuestra propia fe. Él lo expresaba en estos términos: la fe cristiana permanece siempre joven cuando se abre a la misión que Cristo nos confió. “La misión revitaliza la fe,” en palabras de San Juan Pablo II. De la misma forma, siendo un misionero, hacemos el bien incluso para nosotros mismos, porque la experiencia abre muchos caminos nuevos para comprender mejor a la otra persona así como a nosotros mismos.
En el Documento Preparatorio del Sínodo de los Obispos del pasado octubre, un pensamiento habla enérgicamente a nuestro carisma: La caridad es el lugar preferencial para el discernimiento vocacional. Ahí se dice:
Las actividades sociales y de voluntariado ofrecen la oportunidad de implicarse en el servicio generoso; el encuentro con personas que experimentan pobreza y exclusión puede ser una ocasión favorable de crecimiento espiritual y de discernimiento vocacional: también desde este punto de vista los pobres son maestros, mejor dicho, portadores de la buena noticia de que la fragilidad es el lugar donde se vive la experiencia de la salvación.
También se indica que el contacto con la pobreza, la vulnerabilidad y la necesidad son de gran importancia en el camino para el discernimiento vocacional. A través de la experiencia del servicio a los pobres, Jesús nos ayuda a comprender y descubrir nuestra llamada en la vida: a la vida matrimonial, a la vida de soltero, a la vida consagrada como Hermana, Hermano, Sacerdote.
El año pasado celebramos el 400 aniversario del Carisma Vicenciano y este año nos hemos embarcado en el Quinto Centenario del Carisma. Como mencioné en mi carta del pasado enero, debemos tener encuenta tratar de profundizar en dos áreas:
En mi carta para la fiesta de San Vicente este pasado año, me centré en la primera de estas dos áreas: la de llegar a conocer mejor a los Santos, Beatos, y Siervos de Dios de la Familia Vicenciana. Yo sugería que las distintas entidades (escuelas, parroquias, etc.) dentro de las diferentes ramas de la Familia Vicenciana pudiesen elegir un Santo, Bienaventurado o Siervo de Dios para llegar a familiarizarse con la vida de esa persona y darlo a conocer en su entorno, la sociedad en la que ellos viven, mediante diversas iniciativas. A través de tales santos concretos, podemos presentar el Carisma Vicenciano en acción a una sociedad más amplia.
A lo largo de la segunda mitad del 2018, intenté también poner nuestra atención en el otro aspecto mencionado anteriormente: la renovación de la cultura de las vocaciones. Esto estaba muy en línea con el reciente Sínodo de los Obispos cuyo tema fue: “Los Jóvenes, la Fe y el Discernimiento Vocacional.” Esperamos también que nuestro Festival Cinematográfico Vicenciano del pasado octubre anime a los jóvenes a entregar sus vidas al servicio de los pobres y, quizás, a seguir una llamada al sacerdocio o a la vida consagrada. Además, dentro de la Congregación de la Misión, patrocinamos un programa especial de formación continua para los Directores de Vocaciones de cada una de nuestras provincias, regiones, y misiones internacionales.
Como ustedes ya conocen, algunas culturas son favorables a las vocaciones, pero muchas no lo son. Aquellas culturas que se caracterizan por el consumismo, el materialismo, el individualismo, el egoísmo, el laicismo sistemático de la sociedad, etc. actualmente promocionan una “Anti Cultura de las Vocaciones,” haciendo muy difícil ver la belleza, el atractivo, y el significado de la entrega de la vida en respuesta a la llamada de Jesús. En este sentido, yo sigo confiando que nuestros esfuerzos nos ayudarán a profundizar en esta cultura de las vocaciones. Espero que un día sea normal para una persona joven en cualquier sociedad, entorno, o país, responder a la llamada de Jesús con un sonoro “Sí.”
Por consiguiente, lanzo este llamamiento a ustedes hoy. Como decía San Pablo en la segunda lectura, “considerad vuestra propia llamada” (1 Corintios 1:26ª). ¿Escuchas la llamada de Jesús llamándote al sacerdocio o a la vida consagrada? De ser así, acepta y confía en esa llamada. De esta forma, la elección que ha hecho será su mejor elección de vida. No puede equivocarse eligiendo seguir a Jesús. Le animo a orar, por medio de la intercesión de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa, San Vicente de Paúl, Santa Luisa de Marillac, y todos los Santos, Beatos, y Siervos de Dios de la Familia Vicenciana para tener el valor de responder positivamente a la llamada de Jesús. Recuerda esta promesa del evangelio de hoy:
“Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo” (Mateo 5:12).
Tomaž Mavri?, CM
Superior General
AFP
El papa Francisco admitió este lunes que teme "el derramamiento de sangre" en Venezuela y que le "aterra" la violencia que podría desatarse por la crisis política en ese país sudamericano, en declaraciones a bordo del avión que lo condujo de Panamá a Roma.
"¿Qué es lo que me asusta? El derramamiento de sangre", aseguró ante los cerca de 70 periodistas que lo acompañaban.
El pontífice argentino reiteró que desea una "solución justa y pacífica" y reconoció que no se pronunciaba "sobre lo que hay que hacer porque sería una imprudencia pastoral de mi parte y haría daño", dijo.
"Tengo que ser equilibrado. No me gusta la palabra equilibrado. Tengo que ser pastor. Y si necesitan ayuda, de común acuerdo, que la pidan. Eso sí", recalcó abriendo la posibilidad de una suerte de mediación.
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"Si yo entrara a decir hagan caso a estos países o a estos otros, me metería en un rol que no conozco, sería una imprudencia pastoral de mi parte y haría daño", subrayó.
Francisco confesó que consideró mucho las declaraciones hechas cuando rompió el silencio sobre Venezuela durante su estadía en Panamá.
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Señor Jesucristo, que para redimir a los hombres y sanar a los enfermos quisiste asumir nuestra condición humana, mira con piedad a N., que está enfermo y necesita ser curado en el cuerpo y en el espíritu.
Reconfórtalo con tu poder para que levante su ánimo y pueda superar todos sus males; y, ya que has querido asociarlo a tu Pasión redentora, haz que confíe en la eficacia del dolor para la salvación del mundo.
Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Sus padres eran profundamente católicos y dieron a Federico desde su infancia un amor profundo por Dios y los pobres. Ellos le enseñaron a buscar a Cristo en aquellos que llevaban la carga humana del sufrimiento y de la injusticia social.
Su principal modelo fue la viva caridad de su padre, quien como médico asistió gratuitamente a muchos pobres; y la bondad y sencillez cristiana de su madre.
El Papa Juan Pablo II beatificó a Federico Ozanam en la Catedral de Notre Dame en Paris el 22 Agosto de 1997
Un pensamiento de él fue: “Abrazar al mundo en una red de caridad”
La Fiesta del Beato Federico Ozanam es celebrada el 9 Septiembre.
Nace en una familia acomodada en Italia: su padre fue fundador del periódico La Stampa, senador y embajador .La madre fue una pintora notable. La situación económica es por lo tanto feliz, pero él no lo es desde el punto de vista afectivo: el padre y la madre se ponen de acuerdo en una educación rígida, reglas y deberes y la fe es impartida solamente por la madre. Este joven laico dominico italiano fue un gran montañista. Más adelante se incorporó como miembro de la Acción Católica desde los 15 años de edad y luego a la SOCIEDAD DE SAN VICENTE DE PAUL.
Fue beatificado el 20 de mayo de 1990 por Juan Pablo II.
Un pensamiento de él fue: Tú me preguntas si estoy alegre; y ¿cómo no podría serlo? ¡Mientras la fe me dé la fuerza estaré siempre alegre!
La fiesta del Beato Pier Giorgio se celebra 4 de julio.
Estoy dispuesta a todo con tal de salvar a mi hijo.
Estas palabras fueron dichas por la joven madre Gianna Beretta cuando decidió salvar su embarazo aunque le costase la vida.
Gianna Beretta nació en Magenta (Italia) el día 4 de octubre de 1922. Desde su tierna infancia, acoge el don de la fe de sus padres. Considera la vida como un don maravilloso de Dios.
Durante los años de Liceo y de Universidad, traduce su fe en fruto generoso de apostolado en la Acción católica y en la Sociedad de San Vicente de Paúl, Obtuvo el título de Doctor en Medicina y Cirugía. En 1952 se especializa en Pediatría en la Universidad de Milán.
Fue beatificada el 24 de abril de 1994 por Juan Pablo II, en el Año Internacional de la Familia.
Una de sus frases celebres fue: Cuanto más se siente el deseo de dar mucho, tanto más a menudo se necesita recurrir al manantial que es Dios.
La fiesta de Santa Gianna Beretta Molla celebra 28 de abril,, quien fue miembro de la Sociedad de San Vicente de Paúl.
Nació en Montgesty, un pueblo de Francia. Fueron ocho hermanos, cuatro hombres y cuatro mujeres. Sólo se casaron dos. Tres varones se hicieron sacerdotes vicentinos, dos mujeres Hijas de la Caridad y otra Carmelita descalza.
A los 16 años comenzó los dos años de noviciado o Seminario Interno.
Fue un misionero vicentino y en la ciudad de Wuchang, de la provincia Hubei, en China, , durante una persecución fue encarcelado, atormentado y colgado en una cruz hasta estrangularlo.
Fue canonizado por S.S. Juan Pablo II el 2 de junio de 1996.
Un pensamiento de él fue: ”Toda nuestra vida debe ser una continua preparación para una santa muerte”
La fiesta de San Juan Gabriel Perboyre se celebra el 11 de septiembre.
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