El Escapulario Verde




El Escapulario Verde

Diez años después de la manifestación de la medalla milagrosa a Santa Catherine Laboure, la bendita Virgen María, el 8 de septiembre de 1840, el día de su onomástico, confió el Escapulario Verde de su Inmaculado Corazón a la hermana Justine Bisqueyburu, una religiosa de las hijas de la caridad de San Vicente de Paúl. Nuestra señora prometió que este nuevo escapular contribuiría a la conversión de almas, particularmente los que no tienen ninguna fe, y procuraría para ellas una muerte feliz.

El Escapular Verde es una tela de felpa verde orlada con una trenza - con un cuadro de un corazón traspasado por una espada goteando sangre, superado por una cruz y rodeado por las palabras: "Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestro muerte." El escapulario verde en verdad es un pedazo de paño extraordinario. El diablo no tiene ningún poder sobre quien lo hace, lo usa o disemina su devoción. Todos los que usan el Escapulario Verde confirman al malvado, que son agentes de la Madre de Dios y el diablo sabe que él es impotente contra ellos. Dios desea que el Escapulario Verde se convierta en emblema la barrera más segura al asalto del malvado a las almas.

La manera de usar el escapulario fue indicada por la Virgen bendita. Puesto que no es el emblema de una confraternidad sino simplemente una imagen doble atada a una pieza única de paño, no hay investidura necesaria. El único requisito es que el escapulario verde sea bendecido por un sacerdote y usado o llevado por la persona que desea beneficiarse por él. Si, sin embargo, la persona necesitando tolerancia es obstinada, el escapulario verde se puede colocar secretamente dentro de su ropa, hogar o posesiones, y el donante debe decir el rezo en lugar de otro. El único rezo necesario, que se puede decir muchas veces diarias, pero se debe decir por lo menos una vez al día es: "Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte" Aun cuando se obtengan muchas bondades, son proporcionales a la confianza con la cual se da. El Escapular Verde fue aprobado dos veces por el Bendito papa Pío IX en 1863 y otra vez en 1870, cuando él dijo: "escriba a estas buenas hermanas que las autorizo para hacerlo y para distribuirlo."

Nuestra Señora ha hecho esta promesa: "venir a la ayuda de cualquier persona que la utilice como un acto de amor para mí y yo bendeciré a todos los corazones en la tierra que propaguen esta devoción a mi Escapulario Verde." El siguiente testimonio del Padre Robert A. Macdonald, C.Ss.R. es una gran prueba de esta promesa:

Déjeme contarle la historia de cómo yo descubrí el Escapulario Verde. Ésta es la única forma de tratar de diseminar el tierno y verdadero amor de su Inmaculado Corazón y de pagar mi deuda a ella. Hace algunos años, antes de que la penicilina estuviera usándose, yo estaba muy enfermo en un hospital con pulmonía. Comencé a sangrar fuertemente, y los doctores decidieron operar como un último recurso. Entonces una pequeña monja entró en a mi habitación.

"¿Padre, tiene usted gran fe en la Madre de Dios, especialmente en su Inmaculado Corazón? ¿El padre, le tiene gran fe en la madre de dios, especialmente en su corazón inmaculado? Si es así usted puede ser curado."

"¿Cómo, hermana?"

"Con el Escapulario verde".

¿Qué es eso? "

"Hace cuatro años, Padre, yo fui operada de cáncer. Yo estaba tan invadida que me suturaron y me mandaron a morir. Entonces rogué a Nuestra Señora del Escapulario Verde; me cansé de esperar la muerte, y volví a trabajar. Estoy curada, Padre. ¿Usted quisiera que le diera un escapulario? "

"Por favor, Hermana."

Con eso ella puso uno sobre mi cabeza. Una sensación de enorme confianza me invadió y el sangramiento paró. Dos días después, en el cuarto de radiografía, me preguntaron cuando la hemorragia había cesado. Cuando contesté que era una cuestión de un par de días, expresaron gran sorpresa.

"Usted tiene una herida cicatrizada por seis meses y no ningún otro vestigio." Hoy la cicatriz ha desaparecido. No en balde que hablo de una deuda irreparable a su Inmaculado Corazón. He hecho desde entonces todo lo posible para propagar esta devoción. Me da gran alegría y asombro, a quienes he hablado del Escapular Verde son más entusiastas que yo. Nunca he visto nada igual a la fe y la confianza de estos nuevos apóstoles de María.








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