Hna. Mari Luz Ibarz




Ha muerto Hna. Mari Luz Ibarz Bazán, Hija de la Caridad, más conocida como "Sor Tripi" entre los presos que pueblan las cárceles de España. Decían, que sus palabras les ponían más eufóricos que cualquier droga. 

Mari Luz llevaba más de 30 años dedicándose a la pastoral penitenciaria y no tenía ninguna intención de abandonar su tarea. Cada mañana se levantaba a las cuatro de la madrugada y, a pesar de estar enferma, no pensaba retirarse: «Me jubilaré cuando vaya al cielo», decía ella.

Dar amor a los reclusos
Tras hacer un rato de oración: «porque yo sola no puedo hacer nada», salía de su comunidad de hermanas de la Hijas de la Caridad en Madrid y esperaba horas las que hicieran falta en la calle, y daba igual que lloviera, nevara o cayera un sol de justicia. "Sor Tripi" tenía un compromisos con sus presos y eso era sagrado. Cogía el autobús y recorría cientos de kilómetros para ir de una cárcel a otra, dando amor a los cautivos.

Iluminar a los que viven en tinieblas
Sor Tripi se dedicó a consolar y acoger a los presos de las cárceles españolas si que se sintieran juzgados. Sin moralizar su pasado. Tenía sólo un mensaje: “Dios te quiere; Dios te quiere mucho”.

Su vocación hacía los presos lo explicaba con naturalidad: «Yo me siento enviada por el Señor y por mis superiores a sanar los corazones rotos, a liberar a los cautivos, a iluminar a los que viven en tinieblas; yo voy a hablarles de Dios. Voy a las cárceles y hablo con los presos; leo con ellos la Biblia, por ejemplo Isaías 43: No temas, eres precioso para mí, yo te amo. Y ellos me dicen: Pero si soy un miserable… Y les contesto: Nada de eso, para Dios tú eres su hijo amado. Dios quiere que tú seas feliz, con Él. Decirles que Dios los ama es la mejor evangelización».

Sanar corazones destrozados
«Tú corazón es bueno y está hecho a imagen y semejanza de Dios -decía Sor Tripi a los presos-.Esas heridas que tienes sólo Cristo las puede curar. Tú eres importante y especial para Dios. Él te ama tanto que sólo quiere que seas feliz. Aunque tú hayas andado a tu rollo, Él viene a rehacer tu vida».




Sor Mari Luz orando en un curso bíblico

Muy querida en las prisiones, Sor Mari Luz era, posiblemente, la única persona en España que siendo ajena a Instituciones Penitenciarias tenía un salvoconducto para entrar en todas las cárceles del país. «Son buenas personas, no hay más que verlos. Ninguno tendría que estar aquíCometieron un error, todos los cometemos», señalaba a Abc hace unos meses.

Siempre cargada con su carro de la compra, sor Tripi se paseaba por prisión regalando biblias y rosarios blancos de plástico que cada interno se colocaba al cuello o se lo colocaba en la muñeca. También les entregaba alguna tarjeta de teléfono que llamarán a sus familias, o unos sobres con sellos y unas tarjetas para escribir felicitaciones de Navidad.

Sor Tripi nunca los juzgaba...
«Yo nunca les pregunto qué han hecho. Si quieren desahogarse, me lo cuentan», decía a José Antonio Méndez en una entrevista publicada hace unos años en La Razón.

Mi mamá es la monja...
Óscar, preso por culpa de la droga; está inquieto con la metadona que tiene en el cuerpo. Cuenta al periodista J. A. Méndez que "llama «mamá» a la monja" y dice que "esta mujercilla le ha cambiado la vida". Y tanto que, cuando sale de permiso, pasa la tarde con el grupo de oración de sor Mari Luz.

«Es una santa. Si ella no hubiera llegado a mi vida, no sé qué habría sido de mí», señala Óscar con lágrimas en los ojos.

Su testimonio
Con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, el semanario Alfa y Omega publicó su testimonio que reproducimos íntegro:

«No hay que ir a los pobres más que con mucho amor, y ayudarles para que descubran, saboreen, experimenten y conozcan con qué amor y misericordia y ternura los ama Dios. Lo importante es que se sientan amados por Él.

»Cristo ha venido a salvar a todos, pero tiene una especial predilección por los pobres. Yo me siento enviada por el Señor y por mis superiores a sanar los corazones rotos, a liberar a los cautivos, a iluminar a los que viven en tinieblas; yo voy a hablarles de Dios. Voy a las cárceles y hablo con los presos; leo con ellos la Biblia, por ejemplo Isaías 43: No temas, eres precioso para mí, yo te amo. Y ellos me dicen: Pero si soy un miserable… Y les contesto: Nada de eso, para Dios tú eres su hijo amado. Dios quiere que tú seas feliz, con Él. Decirles que Dios los ama es la mejor evangelización. Hacemos pequeños grupos para leer la Biblia y rezar el Rosario, porque la fe no se puede vivir solo; hay que vivirla en comunidad.

»Me levanto a las cuatro de la mañana para hacer oración y luego ir a las cárceles. San Pablo dice: ¿Cómo van a creer, si nadie se lo anuncia? Por eso, si uno ama a Dios, habla de Él a los demás. El problema es que no conocemos a Dios. ¿Y cómo lo podemos conocer? Pues con la oración y con la Palabra; y también es necesaria la comunidad: la fe que no se comparte, no crece. Si tienes un encuentro con Jesucristo, tienes que darlo a los demás. ¡Muchos mueren tristes y amargados por no conocer a Dios!».

Sor Mari Luz

El velatorio y el funeral tuvieron lugar en su comunidad religiosa, la Casa Provincial de las Hijas de la Caridad, Calle José Abascal 30, de Madrid, frente al Hospital de La Milagrosa. Fue enterrada en el cementerio de San Isidro. 







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