Sor María Elisa Ortiz ,Visitadora de las Hijas de la Caridad de la Provincia Nuestra Señora de la Misión América-Sur, informa con mucha tristeza el fallecimiento de la Madre General Sor Kathleen Appler, "Que descanse en Paz ".
Nos unimos en Oración a todas las Hijas de la Caridad.
El Superior General de la Congregación de la Misión, P. Tomaž Mavri?, ha nombrado Visitador de la Provincia de Chile, al Padre Rodis Christensen. Así lo ha comunicado, mediante una carta dirigida a todos los miembros de la Provincia y fechada en Roma, este domingo 1 de marzo. En la misma carta, se señala que el nuevo Visitador tomará posesión el próximo 16 de junio y que hasta esa fecha, el P. Fernando Macías continúa en plenas funciones.
El Padre Rodis Hernán Christensen Zamora, nació en Loncura, en la Comuna de Quinteros, Región de Valparaíso, el 25 de septiembre de 1973. Sus padres son Don Thowalo Manuel Christensen Fierro y Doña Yolanda del Tránsito Zamora Vargas Fue bautizado en la Parroquia Ntra. Sra. Del Rosario de Puchuncaví, el 24 de diciembre de 1973. En esa misma parroquia recibió el sacramento de la Confirmación en 1999.
Realizó sus estudios básicos en la Escuela E-188 de Puchuncaví y la Enseñanza Media en el Instituto ITEP, de Valparaíso.
El 14 de abril de 1999 ingresó al Propedéutico de la Congregación d ela Misión, ubicado en ese entonces en la Casa San Justino de Jacobis de Playa Ancha en Valparaíso. A partir del año 2000, siguió su formación en la Casa de Macul, en Santiago, donde realizó los estudios filosófico-teológicos y también el seminario Interno, en el año 2002.
Emitió los Votos de la Congregación de la Misión, el 12 de diciembre de 2006, en la Casa de Macul. El 2 de junio de 2007 fue ordenado diácono, por el Nuncio Apostólico, Monseñor Aldo Cavalli, en la Iglesia San Sebastián de Macul. El 18 de diciembre de 2007, fue ordenado sacerdote, en la Parroquia de Puchuncaví, por Monseñor Gonzalo Duarte García de Cortázar, Obispo de Valparaíso.
Su experiencia diaconal la vivió en la Parroquia San Vicente de Paúl de Playa Ancha y ejerció como encargado de la Pastoral Vocacional. El año 2008 fue destinado a la Casa de Macul, donde colaboró en la Formación y como viario de la Parroquia Santa María Reina del Mundo.
En el año 2009 fue destinado a la Comunidad de Los Lagos, donde ejerció como vicario parroquial, hasta 2012, cuando es enviado a la Parroquia San Vicente de Paúl de Valparaíos, como vicario parroquial. En 2014 es destinado a la Casa Central, tiempo en el cual participa en la Misión Interprovincial de CLapvi Sur. En 2016, asume como párroco y responsable de la Comunidad que se establecía en La Serena, oficio en qle ha permanecido hasta hoy.
En 2019 fue nombrado miembro del Consejo del Visitador y también fue nombrado Delegado de la Provincia ante Red Internacional Vicentina para la Justicia, la Paz y la Integridad de la Creación (VIN – JPIC).
Fuente Radio Vicentina
Tuvo lugar este lunes, 24 de febrero, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede la conferencia de presentación del Mensaje del Santo Padre para la Cuaresma 2020, cuyo título es: «En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co 5,20).
Renato Martinez – Ciudad del Vaticano
“Invoco la intercesión de la Bienaventurada Virgen María sobre la próxima Cuaresma, para que escuchemos el llamado a dejarnos reconciliar con Dios, fijemos la mirada del corazón en el Misterio pascual y nos convirtamos a un diálogo abierto y sincero con el Señor. De este modo podremos ser lo que Cristo dice de sus discípulos: sal de la tierra y luz del mundo”, lo escribe el Papa Francisco en su Mensaje para la Cuaresma 2020, cuyo título es: «En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios» (2 Co 5,20) y que fue presentado este lunes, 24 de febrero, en la Oficina de Prensa de la Santa Sede.
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24/02/2020
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Volver continuamente a este Misterio, con la mente y el corazón
En su Mensaje, firmado en San Juan de Letrán el pasado 7 de octubre, Memoria de Nuestra Señora del Rosario, el Santo Padre propone cuatro puntos de reflexión: el Misterio pascual, fundamento de la conversión; la urgencia de conversión; la apasionada voluntad de Dios de dialogar con sus hijos; y una riqueza para compartir, no para acumular sólo para sí mismo, con el fin de “prepararnos a celebrar con el corazón renovado el gran Misterio de la muerte y resurrección de Jesús, fundamento de la vida cristiana personal y comunitaria. Debemos volver continuamente a este Misterio, con la mente y con el corazón”.
“De hecho, este Misterio no deja de crecer en nosotros en la medida en que nos dejamos involucrar por su dinamismo espiritual y lo abrazamos, respondiendo de modo libre y generoso”
El Misterio pascual, fundamento de la conversión
Un primer punto que destaca el Papa Francisco en su Mensaje es que, “la alegría del cristiano brota de la escucha y de la aceptación de la Buena Noticia de la muerte y resurrección de Jesús: el kerygma”. Quien cree en este anuncio, afirma el Pontífice, rechaza la mentira de pensar que somos nosotros quienes damos origen a nuestra vida, mientras que en realidad nace del amor de Dios Padre, de su voluntad de dar la vida en abundancia. En cambio, si preferimos escuchar la voz persuasiva del «padre de la mentira» corremos el riesgo de hundirnos en el abismo del sinsentido, experimentando el infierno ya aquí en la tierra, como lamentablemente nos testimonian muchos hechos dramáticos de la experiencia humana personal y colectiva. Por eso, en esta Cuaresma 2020, el Papa quiere dirigir a todos los cristianos lo que ya escribió a los jóvenes en la Exhortación Apostólica Christus vivit, es decir, «Mira los brazos abiertos de Cristo crucificado, déjate salvar una y otra vez. […] Así podrás renacer, una y otra vez».
“La Pascua de Jesús no es un acontecimiento del pasado: por el poder del Espíritu Santo es siempre actual y nos permite mirar y tocar con fe la carne de Cristo en tantas personas que sufren”
Urgencia de conversión
Otro aspecto importante que invita el Obispo de Roma a contemplar más a fondo es el Misterio pascual, por el que hemos recibido la misericordia de Dios. “La experiencia de la misericordia, efectivamente – escribe el Pontífice – es posible sólo en un «cara a cara» con el Señor crucificado y resucitado «que me amó y se entregó por mí». Un diálogo de corazón a corazón, de amigo a amigo. Por eso la oración es tan importante en el tiempo cuaresmal”. La oración, señala el Papa, más que un deber, nos muestra la necesidad de corresponder al amor de Dios, que siempre nos precede y nos sostiene. De hecho, el cristiano reza con la conciencia de ser amado sin merecerlo. “La oración – precisa el Pontífice – puede asumir formas distintas, pero lo que verdaderamente cuenta a los ojos de Dios es que penetre dentro de nosotros, hasta llegar a tocar la dureza de nuestro corazón, para convertirlo cada vez más al Señor y a su voluntad”.
“Cuanto más nos dejemos fascinar por su Palabra, más lograremos experimentar su misericordia gratuita hacia nosotros. No dejemos pasar en vano este tiempo de gracia, con la ilusión presuntuosa de que somos nosotros los que decidimos el tiempo y el modo de nuestra conversión a Él”
La apasionada voluntad de Dios de dialogar con sus hijos
Este tiempo de Cuaresma, indica el Papa Francisco, es un tiempo favorable para nuestra conversión y nunca debemos darlo por supuesto. Esta nueva oportunidad debería suscitar en nosotros un sentido de reconocimiento y sacudir nuestra modorra. “A pesar de la presencia – a veces dramática, afirma el Pontífice – del mal en nuestra vida, al igual que en la vida de la Iglesia y del mundo, este espacio que se nos ofrece para un cambio de rumbo manifiesta la voluntad tenaz de Dios de no interrumpir el diálogo de salvación con nosotros”. Ese diálogo, precisa el Papa, que Dios quiere entablar con todo hombre, mediante el Misterio pascual de su Hijo, no es como el que se atribuye a los atenienses, los cuales «no se ocupaban en otra cosa que en decir o en oír la última novedad» (Hch 17,21).
“Este tipo de charlatanería, dictado por una curiosidad vacía y superficial, caracteriza la mundanidad de todos los tiempos, y en nuestros días puede insinuarse también en un uso engañoso de los medios de comunicación”
Una riqueza para compartir, no para acumular sólo para sí mismo
Hacia el final de su Mensaje, el Santo Padre recuerda que, poner el Misterio pascual en el centro de la vida significa sentir compasión por las llagas de Cristo crucificado presentes en las numerosas víctimas inocentes de las guerras, de los abusos contra la vida tanto del no nacido como del anciano, de las múltiples formas de violencia, de los desastres medioambientales, de la distribución injusta de los bienes de la tierra, de la trata de personas en todas sus formas y de la sed desenfrenada de ganancias, que es una forma de idolatría. “Compartir con caridad hace al hombre más humano – afirma el Papa – mientras que acumular conlleva el riesgo de que se embrutezca, ya que se cierra en su propio egoísmo”.
“Hoy sigue siendo importante recordar a los hombres y mujeres de buena voluntad que deben compartir sus bienes con los más necesitados mediante la limosna, como forma de participación personal en la construcción de un mundo más justo”
Hacia una economía más justa e inclusiva
Finalmente, el Papa Francisco señala que, “podemos y debemos ir incluso más allá, considerando las dimensiones estructurales de la economía”. Por este motivo, en la Cuaresma de 2020, del 26 al 28 de marzo, he convocado en Asís a los jóvenes economistas, empresarios y change-makers, con el objetivo de contribuir a diseñar una economía más justa e inclusiva que la actual. Como ha repetido muchas veces el magisterio de la Iglesia, la política es una forma eminente de caridad (cf. Pío XI, Discurso a la FUCI, 18 diciembre 1927). También lo será el ocuparse de la economía con este mismo espíritu evangélico, que es el espíritu de las Bienaventuranzas.
Vatican News
La peregrinación de las reliquias de San Vicente de Paúl se organizará desde el Consejo de FAVILA en coordinación con los Consejos Nacionales de Familia Vicentina.
“Vicentinizar” la Patria Grande significa visibilizar las nuevas pobrezas y las estructuras que las generan en Latinoamérica y el Caribe. Sensibilizarnos ante ellas e iluminarlas desde el Evangelio, confrontarlas con el proyecto del Reino de Dios y su justicia, y reaccionar de manera afectiva y efectiva, según nuestra espiritualidad heredada de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac. Espiritualidad encarnada y comprometida con la acción inmediata y también con la transformación de esa realidad que genera víctimas.
Para responder con Mística y Profecía, desde nuestra espiritualidad vicentina, debemos estar en plena sintonía con los movimientos eclesiales universales, sobre todo los suscitados desde nuestra Patria Grande (Latinoamérica y el Caribe). Por ello, además de estar en sintonía con el Sínodo de la Amazonía y los resultados obtenidos, estamos promoviendo y organizando la peregrinación de reliquias: “Siguiendo los pasos de San Vicente de Paúl por la Patria Grande”, como una experiencia espiritual y de compromiso profundo, en preparación hacia el próximo Encuentro de FAVILA, a llevarse a cabo en Santo Domingo, República Dominicana, en el 2021.
Como Consejo de FAVILA, buscamos encontrar rutas comunes para responder como Familia Vicentina y fortalecer redes solidarias proféticas, recogiendo la experiencia de los MÁRTIRES de nuestros pueblos, y aplicando el Cambio Sistémico y la Colaboración. Por ello les invitamos a ser atrevidos, arriesgados y dejarnos interpelar, para responder con la fuerza del Espíritu Santo que nos habita, según el corazón de Dios, en favor de los más empobrecidos y sufrientes, y de nuestra Casa Común.
La peregrinación de las reliquias de San Vicente de Paúl se organizará desde el Consejo de FAVILA en coordinación con los Consejos Nacionales de Familia Vicentina. Dicha peregrinación iniciará en marzo de 2020. Pasará por Brasil, la región del Cono Sur (Paraguay, Uruguay, Argentina, Chile), la región Andina (Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela), la región de América Central (Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala), México y la región del Caribe (Haití, ´Puerto Rico, Cuba y República Dominicana).
FAVILA
Roma, 19 de febrero de 2020
CARTA DE CUARESMA 2020
«LA FUERZA TRANSFORMADORA DE LA ORACIÓN»
Queridos hermanos y hermanas en san Vicente,
¡La gracia y la paz de Jesús estén siempre con nosotros!
En este tiempo de Cuaresma, continuamos reflexionando sobre los fundamentos de la espiritualidad de san Vicente de Paúl. Lo que hizo de san Vicente un místico de la Caridad, fue el hecho de que la oración estaba en el centro de su vida. ¿Cómo comprendo la oración? ¿Qué significa para mí la oración?
Según la respuesta, por un lado, la oración puede convertirse en una carga que hay que llevar a cabo día tras día. Puede tratarse de un conjunto de textos, de fórmulas, de posiciones corporales y de reglas que debo seguir. En este caso, la oración finalmente se vuelve inútil, algo que no me habla a mí personalmente ni a la realidad de mi vida. Sin embargo, San Vicente dijo « que no había mucho que esperar de un hombre que no gustaba de hablar con Dios, y que si no se salía tan airosamente de las actividades en el servicio de Nuestro Señor, era por no estar íntimamente unido a él y por no pedirle la ayuda de su gracia con perfecta confianza»[1].
Por otro lado, si la oración se hace indispensable en mi vida, algo que es inseparable de mi persona, de lo que yo pienso, digo y hago, entonces se convierte en una fuerza transformadora. La oración es un estado de espíritu, una relación continua con Jesús que da sentido a mi existencia. Yo encuentro en ella la orientación de mi vida, mi vocación, mi misión y las respuestas a las preguntas que se plantean en mi vida. La oración tiene su origen en Dios, por eso su fuerza transformadora en mí, hace continuamente «nuevas todas las cosas». La comunicación transformadora es la naturaleza de Dios.
«Dios, cuando quiere comunicarse a alguien, lo hace sin esfuerzos, de una manera sensible, muy suave, dulce y amorosa; así pues, pidámosle muchas veces este don de la oración, y con mucha confianza. Dios, por su parte, no busca nada mejor ; pidámoselo, pero con toda confianza, y estemos seguros de que acabará concediéndonoslo, por su propia misericordia»[2].
La oración es el lugar donde me encuentro con Jesús, donde hablo con Jesús, donde escucho a Jesús y comparto con Jesús. Es ahí donde le hago preguntas a Jesús, donde me pongo entre sus manos con toda confianza. Cuando yo concibo todo lo que pienso, digo y hago en el marco de una relación personal con Jesús, todos mis pensamientos, mis palabras y mis acciones se hacen oración. Estoy con Alguien. Hablo, escucho y comparto con Alguien que es «el Amor» de mi vida y a quien deseo ardientemente parecerme. Tal relación requiere humildad para abrirme a Él y darle el derecho a guiar mi vida.
«Pues creedme, padres y hermanos míos, es una máxima infalible de Jesucristo, que muchas veces os he recordado de parte suya, que cuando un corazón se vacía de sí mismo, Dios lo llena ; Dios es el que entonces mora y actúa en él; y el deseo de la confusión es el que nos vacía de nosotros mismos; es la humildad, la santa humildad ; entonces no seremos nosotros los que obraremos, sino Dios en nosotros, y todo irá bien»[3].
Así pues, de día como de noche, ya esté despierto o dormido, yo permanezco en contacto permanente con Jesús, en oración constante. Tal es el sentido de la exhortación de san Pablo a los Tesalonicenses : «sed constantes en orar»[4] o la llamada de san Vicente a las Hijas de la Caridad: « … hacedla, si podéis, a cualquier hora, e incluso no salgáis nunca de ella, porque la oración es tan excelente que nunca la haréis demasiado»[5]. Todo se hace oración y todo se hace Amor cuando mi principal preocupación es esta relación con Dios.
«Habiendo dicho Jesucristo : Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas que necesitéis se os darán por añadidura ; cada uno procurará preferir las cosas espirituales a las temporales, la salvación del alma a la salud del cuerpo y la gloria de Dios a la vanidad del mundo»[6].
En efecto, la oración transforma mi jerarquía de valores y mi relación con las personas, con los objetos, con los lugares y con el tiempo. Mis prioridades se vuelven diferentes de las del mundo, aunque yo vivo en él. La llamada carta a Diogneto propone una descripción de los primeros cristianos que debería también aplicarse a mí:
«Los cristianos no se distinguen de los demás hombres, ni por el lugar en que viven, ni por su lenguaje, ni por sus costumbres. Ellos, en efecto, no tienen ciudades propias, ni utilizan un hablar insólito, ni llevan un género de vida distinto. Su sistema doctrinal no ha sido inventado gracias al talento y especulación de hombres estudiosos, ni profesan, como otros, una enseñanza basada en autoridad de hombres.
Viven en ciudades griegas y bárbaras, según les cupo en suerte, siguen las costumbres de los habitantes del país, tanto en el vestir como en todo su estilo de vida y, sin embargo, dan muestras de un tenor de vida admirable y, a juicio de todos, increíble. Habitan en su propia patria, pero como forasteros; toman parte en todo como ciudadanos, pero lo soportan todo como extranjeros; toda tierra extraña es patria para ellos, pero están en toda patria como en tierra extraña. Igual que todos, se casan y engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben. Tienen la mesa en común, pero no el lecho. Viven en la carne, pero no según la carne. Viven en la tierra, pero su ciudadanía está en el Cielo. Obedecen las leyes establecidas, y con su modo de vivir superan estas leyes.
Aman a todos, y todos los persiguen. Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte, y con ello reciben la vida. Son pobres, y enriquecen a muchos; carecen de todo, y abundan en todo. Sufren la deshonra, y ello les sirve de gloria; sufren detrimento en su fama, y ello atestigua su justicia. Son maldecidos, y bendicen; son tratados con ignominia, y ellos, a cambio, devuelven honor. Hacen el bien, y son castigados como malhechores; y, al ser castigados a muerte, se alegran como si se les diera la vida»[7].
Los cristianos así descritos no habrían podido sobrevivir jamás, permanecer fieles, superar increíbles sufrimientos y persecuciones y ser testigos hasta la muerte en todo tiempo si su vida de oración no hubiera sido una relación profunda con el Amor de su vida. Jesús era su todo y, así pues, ha guiado todas sus elecciones. Esto implica conocerlo y «entrar en su espíritu», según los consejos que san Vicente dio a sus cohermanos :
«Preguntándonos cuando se presente la ocasión: «¿Cómo juzgaba de esto nuestro Señor? ¿Cómo se comportaba en un caso semejante? ¿Qué es lo que dijo?» Es preciso que yo ajuste mi conducta a sus máximas y a su ejemplo. Sigamos esta norma, hermanos míos, caminemos con toda seguridad por este camino, en el que Jesucristo será nuestro guía y nuestro conductor; y recordemos lo que él ha dicho, que «el cielo y la tierra pasarán, pero sus palabras no pasarán» (cf. Mateo 24,35). Bendigamos a nuestro Señor y tratemos de juzgar como él y hacer lo que él nos recomendó con su palabra y con su ejemplo. Y no sólo esto; entremos en su espíritu para entrar en sus acciones. No basta con hacer el bien, hay que hacerlo bien, a ejemplo de nuestro Señor, de quien se dice en el evangelio que lo hizo todo bien: Bene omnia fecit (cf. Marc 7, 37). No basta con ayunar, con cumplir las reglas, con trabajar para Dios; hay que hacer todo eso con su espíritu, esto es, con perfección, con los fines y las circunstancias con que él mismo lo hizo»[8].
Un ejemplo de Jesús que yo debería adoptar concierne a su oración. Jesús oraba a menudo retirándose a un lugar de soledad donde podía estar a solas con Dios Padre. A lo largo de la historia y todavía hoy, numerosos santos y otros cristianos han dedicado y dedican tiempo de sus compromisos y sus servicios cotidianos para partir al «desierto» con el fin de estar solos con Jesús.
Además de la oración, comunitaria o individual, que practico ya de manera cotidiana, semanal, mensual o anual, ¿puedo encontrar otros medios de ir al
«desierto» para profundizar mi relación íntima con Jesús? El desierto puede ser un lugar al que yo voy físicamente o un estado de espíritu que no sea un lugar concreto. ¿Dónde puedo encontrar este desierto? ¿Cuántas veces puedo ir? ¿Cuánto tiempo puedo quedarme?
Que nuestra oración se convierta en un regalo que nos ofrecemos los unos a los otros. Seamos testigos de la «fuerza transformadora de la oración».
Su hermano en san Vicente,
Tomaž Mavri?, CM,
Presidente del Comité Ejecutivo de la Familia Vicenciana.
Notas:
[1] Luis Abelly, «Vida del venerable siervo de Dios Vicente de Paúl», libro III, capítulo VI, página 583
[2] SVP XI/3, 136; conferencia 52, Repetición de la oración del 4 de agosto de 1655
[3] SVP XI/3, 207; conferencia 64, “Sobre los sacerdotes” [septiembre de 1655]
[4] 1 Tesalonicenses 5,17
[5] SVP IX/1, 379; conferencia 37, “Sobre la oración”, 31 de mayo de 1648
[6] Reglas comunes de la Congregación de la Misión, Capítulo II, 2 (17 de mayo de 1658)
[7] Oficio de lecturas, miércoles de la V semana del Tiempo pascual, capítulo 5, «Los cristianos en el mundo»
[8] SVP XI/3, 468 ; conferencia 124, « Sobre la sencillez y la prudencia »
FAMVIN
Bienvenido/a a la Campaña “13 Casas” y gracias por su interés!
La Campaña “13 Casas” es una iniciativa de la Alianza Famvin con las personas sin hogar y tiene como objetivo mejorar y transformar las vidas de 10,000 personas sin hogar en todo el mundo, en 3 a 5 años a partir del 2018. Más que eso, queremos ver proyectos “13 Casas” en cada uno de los 156 países donde trabaja la Familia Vicenciana.
La Campaña “13 Casas” se inspira en San Vicente de Paúl, quien construyó 13 casas pequeñas cerca de San Lázaro, la casa madre de la Congregación de la Misión, para cuidar a los niños abandonados. Fue un verdadero proyecto de colaboración entre las Damas de la Caridad, las Hijas de la Caridad y la Congregación de la Misión; todos haciendo su parte para asegurar que miles de niños fueran atendidos. Puedes leer más sobre esta historia aquí.
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