Observe a quienes quiere ... hoy, no mañana |
En caso de que mantenga estas actitudes, busque ayuda, ya sea médica o en el colegio. Podemos ayudarle con el Departamento de Orientación, con sicólogos que podrán sugerir que hacer. |
Bajo una intensa lluvia, alegres y entusiastas, entre 25 a 27 mil jóvenes recorrieron los 8 kilómetros de la tradicional caminata hacia el Santuario del Padre Hurtado.
Más de 25 mil jóvenes se tomaron las calles del centro de Santiago en la Caminata de la Solidaridad 2014.
Inspirada en el ejemplo de san Alberto Hurtado, desde hace 23 años la Vicaría de la Esperanza Joven organiza esta actividad que congrega a la juventud chilena en torno al valor de la solidaridad.
Este año el lema fue:
“Vengan, la mesa está servida y es para todos”.
En un escenario montado en el Parque de los Reyes, a la altura de Brasil, se dio la acogida a los grupos de parroquias, colegios y otras organizaciones que a las 13.30 horas empezaron a colmar el lugar, sin importar la intermitente lluvia.
A las 15.00 horas en punto –y tras una liturgia dirigida por el Vicario de la Esperanza, P. Francisco Llanca- se inició la marcha de los miles de jóvenes por las calles céntricas de Santiago -Balmaceda, Cumming, Alameda, General Velásquez -; ocho kilómetros hasta el destino final.
Siguiendo a la camioneta verde -símbolo del servicio y la entrega del padre Hurtado-, portando lienzos y con gran alegría, entonaron cantos y avanzaron, deteniendo su atención en 5 estaciones, donde por un par de minutos reflexionaron animosamente sobre un tema alusivo al lema de este año, que es un llamado a la inclusión: “No acalles la voz del que sufre”, “Ser católico es ser social”, “La riqueza de la diversidad”, “¿Qué haría Cristo en mi lugar?” y “Jesús, camino para la verdadera felicidad”.
Al llegar al frontis del santuario, pasadas las 17 horas, los participantes -que a esa altura ya estaban todos mojados- fueron recibidos por el Obispo Auxiliar de Santiago, Mons. Galo Fernández, en compañía del Vicario de la Esperanza, el Vicario de la Pastoral Social y el rector del Santuario.
“Ante todo quiero darles las gracias por el testimonio de fe que ustedes entregan esta tarde”, comenzó diciéndoles el obispo. “Algunos se preguntaron si con la lluvia vendrían o no, y ¡aquí están!, los jóvenes de parroquias, movimientos, colegios y comunidades, los jóvenes de Santiago, los jóvenes que quieren dar testimonio de Jesús siguiendo la ruta del padre Hurtado”, añadió.
Posteriormente, en columnas y con el mismo ánimo del comienzo, ingresaron al Santuario y avanzaron hacia la estación “Alberto Hurtado, un joven como tú”, donde por grupos visitaron la cripta del santo chileno. En silencio y con recogimiento, tocaron la tumba y depositaron sobre ella un papel con algún mensaje de petición o agradecimiento.
Finalmente, en la explanada –estación final “Ahora es tu tiempo”- bailaron y cantaron a los sones de la banda Misericordia Joven, se les animó a continuar por la senda del santo chileno y recibieron una bendición.
Alrededor de las 18.20 horas, se despidió a los últimos peregrinos, quedando casi únicamente en el lugar los organizadores y las decenas de voluntarios de Servicio desmontando escenarios y corriendo vallas. Entre la música, la lluvia, el cansancio y la emoción, el temblor en ese rincón de Santiago fue de baja magnitud.
Desde hace 23 años la Vicaría de la Esperanza Joven de Chile, organiza la peregrinación al Santuario de nuestro santo chileno, San Alberto Hurtado, por lo que esta actividad congrega a la juventud en torno al valor de la solidaridad.
Aun en la tormenta la JMV del Colegio Santa Catalina Labouré junto a su asesora participaron con la alegria, entusiasmo y el dinamismo propio de su edad, hicieron el peregrinar al Santuario mucho más grato a pesar de la lluvia y el frío, que este testomonio juvenil aumente la solidaridad de nuestro pueblo chileno.
Fuentes: Iglesia.cl e hijasdelacaridad.net
El viernes 29 de agosto se han reunido los equipos diferenciales de los colegios Regina Mundi, Santa Catalina, Santa Familia, Santa Ana de Valparaíso y Santa Luisa de Marillac, como el inicio de la Coordinación de Educación Diferencial de REVIC.
LOS OBJETIVOS DEL ENCUENTRO:
Nos hemos dado el tiempo para reflexionar sobre la inclusión educativa y compartir la manera de trabajar de cada colegio y enfrentar este gran desafío.
La hermana Claudia Artiga, nos iluminó desde la espiritualidad Vicentina ayudándonos a redescubrir la vocación de educadores tanto de San Vicente de Paul como de Santa Luisa de Marillac instándonos a ser verdaderos vicentinos desde esta labor de inclusión y opción por los más necesitados.
Fue un valioso encuentro que anima a seguir adelante en la construcción de nuevas puertas y maneras de apoyar y sacar adelante a aquellos que muchas veces son discriminados y dejados de lado. Así como los amigos del paralitico del Evangelio estamos dispuestos a tomar la camilla de los desvalidos y dar la batalla por todos ellos. Un gran encuentro que esperamos se repita mensualmente conformando de este modo la coordinación de equipos diferenciados, coordinados, apoyados y motivados desde REVIC, la Red de educación Vicentina.
Con mucho ánimo se juntaron en un ambiente de colaboración, participación y aprendizaje mutuo en el II Encuentro de Estudiantes Vicentinos. El primer encuentro se realizó el año 2013 en el Colegio Santa Familia y el tercero ya lo prepara el año 2015 la Escuela Regina Mundi.
La actividad tuvo como lema inspirador: "Con la audacia de la caridad, ama, sirve y sé feliz" . Dicho encuentro buscaba integrar a los jóvenes para que puedan conocerse, compartir, formarse juicios acerca de la realidad, descubrir valores y tener opinión social y política sobre la construcción de la sociedad, teniendo los desafíos de San Vicente de Paul, que hizo de la caridad una acción concreta hacia la promoción de los pobres.
Participaron cerca de 300 estudiantes de los colegios Santa familia, Santa Catalina Labouré, Regina Mundi, Santa Ana de Valparaíso y representantes adultos y jóvenes de los colegios de las Conferencias de San Vicente.
Fieles a las palabras de San Vicente que nos dijo: “no podemos asegurar mejor nuestra felicidad que viviendo en el servicio de los pobres", el encuentro buscó en esta oportunidad que los jóvenes se plantearan la pregunta: Y yo... ¿Cómo amo y sirvo hoy? ¿Me siento feliz con eso?
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En caso de que mantenga estas actitudes, busque ayuda, ya sea médica o en el colegio. Podemos ayudarle con el Departamento de Orientación, con sicólogos que podrán sugerir que hacer. |
Si tengo mucha suerte, puede ser alguien que conozco personalmente, como un antiguo estudiante o colaborador que han venido a París con un grupo y viene a verme. Cuándo vienen estos visitantes, de vez en cuando, me preguntan qué tipo de preparación tengo para estar en secretaria. Mi respuesta es algo así como, “soy Hija de la Caridad y estoy disponible para ser enviada dondequiera que me necesiten”.
Después de hacerme varias veces esta pregunta, empecé yo a preguntarme que me ha ayudado a prepararme para mi servicio aquí. Yo soy “como el tinte en la lana”. Pueden sacarme de la escuela, pero ¡no pueden sacar la escuela de mí, soy educadora innata! He comprendido que las dos últimas escuelas en que estuve como Directora, antes de venir a París, han tenido una gran importancia en mi formación para este servicio. En los pasillos de la Casa Madre no hay ningún niño sonriente que quiera enseñarme los dibujos que ha hecho. Ni estudiante de octavo al que llamar, si se necesita mover el mobiliario. ¡Ha sido una transición en muchos sentidos!
La primera de las dos escuelas fue la de la Resurrección de Nuestro Señor en San Luis, Missouri. Era una pequeña escuela con sólo 106 alumnos. Sin embargo, los estudiantes ¡representaban a 10 nacionalidades! Además de americanos, procedían de Viet Nam, Bosnia, Croacia, Méjico, Cuba, Filipinas, Polonia, Etiopía y Congo y había un maestro americano Nativo. Eran católicos, protestantes, musulmanes, budistas y uno sin religión alguna. A veces, llegaban a la escuela a los pocos días de llegar a Estados Unidos; por consiguiente, no hablaban inglés. Trabajar unidos, para conocer y respetar la variedad de culturas y procedencias, fue una gran aventura. La comunicación se convirtió en una obra de arte ya que los documentos y diálogos con los padres tenían que ser traducidos a varios idiomas. Los maestros trabajaban incansablemente para ayudar a los estudiantes a aprender las materias básicas, así como inglés. Los padres americanos los acogían y trabajaban, codo con codo, con los padres inmigrantes para que se sintieran parte de la familia de la escuela de la Resurrección. Pero, después de estar allí 5 años, la escuela, como parte de un proceso de restructuración en la Archidiócesis de San Luis, se cerró. Dejar esta pequeña y maravillosa “Naciones Unidas” fue difícil y sólo la calurosa acogida de la Escuela de San Agustín de Canterbury en Belleville, Illinois – al otro lado del Río Misisipi, San Luis – me ayudó a mitigar el dolor que lleva consigo el cierre de una escuela.
San Agustín, formaba también una gran familia que trabajaba unida para conseguir lo mejor de cada uno. En el momento en que atravesé la puerta supe que estaría allí como no había estado antes en ningún sitio. Yo era consciente de que era el primer miembro de la Familia Vicenciana que trabajaba en la escuela y en la parroquia, pero tenía muy claro que el Espíritu Vicenciano ya estaba allí presente. Todos – padres, estudiantes, feligreses que no tenían niños en la escuela – trabajaban en equipo para que los estudiantes y maestros tuvieran lo que necesitaban. Cuando había una tarea que realizar, o algún problema que resolver, siempre había un grupo dispuesto a echar una mano, o a compartir recursos e ideas. Podía tratarse de acoger a niños discapacitados de Belice, que se alojaban con una familia durante 1, 2, 10, o 24 meses, mientras recibían tratamiento médico en un hospital local, o instalar aire acondicionado para que las aulas fueran más acogedoras en las cálidas y húmedas temperaturas del otoño y fin de la primavera. Nunca había una queja; simplemente la pregunta – “Hermana, ¿qué puedo hacer para ayudar?” Era como si vivieran el discernimiento Vicenciano preguntándose, ¿qué hay que hacer? ¿Qué puedo hacer para que mejore la situación? Trabajar con y para las personas de esta parroquia, dónde me sentí muy en casa, fue una experiencia increíble.
Estas dos escuelas fueron esenciales en la preparación para mi vida en la Casa Madre, dónde somos verdaderamente internacionales, con 150 Hermanas de 30 países. Mi servicio es menos concreto que el de una escuela, pero es lo que hay que hacer en este momento. Yo sé que un día, probablemente, volveré al campo de la educación pero, hasta entonces, estoy feliz de formar parte de la aventura de vivir y servir con Hermanas de todo el mundo, porque soy Hija de la Caridad y estoy disponible a ser enviada adonde me necesiten.
He pensado, quizá ya mucho, en la posibilidad de encontrar alguna similitud entre las palabras que encabezan este escrito, y en verdad no recuerdo haberme topado con palabras tan disímiles.
¿Habrá unidad entre política y caridad? ¿Qué diablos es hoy política? ¿Es acaso el mismísimo diablo la política? ¿No es la política la Némesis de caridad? ¿O será que ya no tenemos un concepto de política desde su esencia? ¿Cuál es el origen de lo político? Y en este preguntar ¿es la caridad una forma de política? Más todavía ¿la caridad sin política será acaso caridad?
Pensar, para quienes estamos fuera del pensamiento estructurado, parece ser una suerte de palpitación interior que a cada pulso inscribe en lo vivido un “gracias”, un agradecer. Por cierto, el acontecimiento del ser que agradece el habérselas con la vida tal como se la quiere: abierta, libre, anchurosa. Así es como pensar acontece en lo profundo de lo humano como un total agradecimiento.
Ahora ¿podemos llegar a una comprensión de lo libre en el acto caritativo? Ya que sin caminar tantos pasos, nos damos cuenta que lo político siempre es un acto de relación radical y real entre unos y otros, entre enemigos y enemigos. En otras palabras, lo político parece un entramado de relaciones que llama a la estrategia, al disenso o al consenso y nunca a lo libre y abierto. Es por lo anterior que dar unidad a lo político y lo caritativo parece ridículo, sin sentido.
Los significantes de la caridad aparecen en la forma de actos gratuitos, desrelacionados de interés alguno. Actos libres de amor hacia lo otro. Un acto de caridad, sin querer insultar a los teólogos, pues, para un laico cualquiera parece ser un salir de sí en post de lo otro que necesita auxilio. Pero que tal acto será verdad, en la medida que no sea una radical estrategia política de intereses previamente sondeada. Quizá aquí nos encontramos con algo más profundo aún: con la incertidumbre -de carne, hueso y alma- que cargamos al vivir la caridad de forma radicalmente razonada.
Al no haber algo así como una caridad fideísta, a Dios gracias, sino más bien razonada hasta su médula, vemos que el concepto de política cobra sentido n los lindes de lo caritativo.
Politizar la caridad con el ágape mismo del Evangelio parece una apuesta válida. Sería como configurar una política radical del amor, de lo fraterno, de lo abierto, de la opción creyente, del bien y el mal. He aquí una cuestión del todo gruesa, peluda.
En tanto avanzamos en la comprensión de los conceptos aquí esbozados, sabremos si la frase “la caridad sin política no es caridad” tiene, por cierto para los laicos comprometidos, sentido pastoral, o, es mera chachara de “teólogos” parroquianos.
Autor: Rolando A. Mancilla
N O T A D E L E D I T O R :
Agradecemos esta reflexión de Rolando Mancilla, especialmente elaborada para nuestro sitio web. El es chileno, Licenciado en Ciencias de la Comunicación y un entusiasta convencido de que los cristianos podemos traer justicia a la tierra… trabajar con los pobres es una forma de hacerlo, la mejor.
Creemos que la Caridad si no es política, no es caridad, entendiendo por política no la labor de los “señores políticos”, sino de la política que se construye en la convivencia diaria pensando en que podemos generar una forma nueva de relacionarnos a partir de una caridad muy lejana de “socorrer”, sino de “transformar” la forma en que hacemos país y construimos la ciudad en donde el ser humano no sea un peón al servicio del mercado, sino Señor de su propio camino y desarrollo.
Esto también se transforma en un desafío pedagógico para un educador vicentino: devolver la dignidad perdida al rol de la política en la construcción social y su rol esencial con la caridad.
“Hacer lío” desde la fe y sus vinculaciones políticas, como nos lo pedía el Papa Francisco. Que nuestros estudiantes tengan un pensamiento político, del color que sea, pero que piensen, analicen, discutan, propongan formas para hacer de nuestros países, mejores espacios de vida humana.
w. Elphick d.
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